Un bisonte amigo mío, compañero de batallas en más de un sentido, me pide que os cuente mi experiencia en la Trasvulcania 2014. Para mi es todo un honor.
Se puede hacer una crónica de la trasvulcania 2014 salomón nature trails desde dos enfoques, antagónicos pero a la vez complementarios:
El primero está compuesto casi exclusivamente de cifras. La carrera se desarrolla a casi 2000 km de Madrid (Madrid como referencia peninsular, nada mas). Fueron 73,3 Km con un desnivel acumulado de 8525 metros, comienza a nivel del mar y asciende a una cota máxima de 2426 metros. Estos apabullantes números dan una idea de la exigencia (o dureza) de esta prueba, pero lo que la consagra como una de las mejores pruebas del calendario no son sus números.
El segundo enfoque solo se puede sentir cuando participas en ella, desde dentro. Cuando llegas a La Palma (dicen que es el punto más montañoso del planeta) ya te das cuenta de que es un lugar espectacular, de una belleza única y singular. Sus gentes son desde el primer contacto amables y afectuosas, ¡¡ y como animan a los corredores !!
La salida es a las seis de la mañana, con vientos huracanados y la cima de un volcán esperándonos en la oscuridad, parecía un duro comienzo, pero la imagen de los compañeros con sus frontales iluminados y el estar codo con codo con Hernando, Jornet y compañía convirtieron esos momentos en algo grande, grandísimo, que no olvidaremos jamás.
Nosotros estuvimos allí.
Luego amaneció, se materializaron las montañas, los volcanes, los barrancos, acantilados y a un paso el mar. Atravesamos pinares en medio de nubes, sendas inverosímiles entre rocas volcánicas y en el horizonte se divisamos islas que casi alcanzábamos a tocar.
Tras horas de generoso esfuerzo el sol empezó a apretar, muchísimo, pero podía más el sentimiento de triunfo. A fuerza de subir y sufrir llegamos a la caldera de Taburiente y al roque de los muchachos, la cima más alta de la isla. Aquello parecía el olimpo y nosotros estábamos allí arriba, como dioses después de una colosal batalla.
Tras recuperar fuerzas (los avituallamientos fueron inmejorables) comenzó la trepidante bajada, muy técnica, imposible algunas veces, y con mucho calor. Muchos corredores tuvieron que abandonar (la asistencia en carrera impecable, voluntarios siempre atentos, helicópteros, bomberos…). Cuando preguntaba a los compañeros, tumbados al borde del camino si estaban bien, todos me dijeron: sí, descanso, repongo fuerzas y continúo, tú sigue, ¡suerte!
Eso emociona.
A pocos kilómetros del final, ya con las piernas rotas, corrimos incluso por la playa, luego un último barranco muy cuesta arriba y por fin la meta en los llanos de Aridane. Miles de personas animando, los palmeros saben perfectamente de dónde vienes y lo que cuesta llegar. En la larguísima recta de meta me emocioné. La gente vitoreándome, la sensación de conseguir llegar y el acordarme de mi mujer y de mi hijo hizo que no pudiera retener unas lágrimas.
Firmado: JUAN RAMON CRIADO MIGUEL
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